Museo-Taller Escuela Benaiges
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La Asociación Escuela Benaiges de Bañuelos de Bureba, restaura la escuela del pueblo y la convierte en este museo-taller pedagógico para recuperar la memoria y el trabajo de su antiguo maestro, Antoni Benaiges.
Dentro de este espacio se ha recuperado un aula y se puede encontrar material para conocer más sobre Antonio Benaiges y el innovador método educativo que desarrollo en Bañuelos de Bureba este maestro catalán.
El maestro
Antoni Benaiges Nogués y nació en Mont-roig del Camp (Tarragona) el 26 de junio de 1903. Le asesinaron en Briviesca (Burgos) el 19 de julio de 1936.
Fue en 1925 cuando se examinó de primer curso de Magisterio, lo que hizo en Ávila, aprovechando que allí ejercía Dolors Nogué Sardà, tía materna; los dos siguientes los llevará a cabo en Barcelona, de cuya Asociación de alumnos normalistas fue elegido tesorero en febrero de 1928 y en donde se recibió su título de maestro (junto al de Ramón Costa Jou, otro conocido freinetista). Otros dos hermanos de su madre también eran maestros, como así lo fue el tío de esta, Agustí Sardà i Llaberia (1836-1913), político republicano y pedagogo de cierta influencia, cercano a la Institución Libre de Enseñanza; por su lado, una prima de Antonio, algo más joven, Maria Nogués Vidiella, sería igualmente practicante del método Freinet, al unísono con su marido, Juan Benimeli.
En el expediente laboral (conservado en el Archivo Provincial de Burgos), figura que de 1929 a 1932 ejerció de suplente en diversas escuelas de Madrid, para pasar a Vilanova i La Geltrú (Barcelona) de interino en la Escuela Graduada de Niños. Es en esta escuela donde se formó el educador freinetista que será Antonio Benaiges.
Bañuelos era un pueblo de poco más de 200 habitantes, sin electricidad ni agua corriente, apenas sin caminos; con nevadas que lo incomunicaban durante más de una semana. Después de vivir unos meses en la posada de la señora Rosa, se acomodó en el edificio de la escuela en la primavera de 1935, un inmueble sólido, que desalojó de las caballerías que hacían de la parte de abajo una cuadra. Contrató a César Ojeda, un chico avispado de la cercana Briviesca, que le ayudaba en la escuela y le resolvía las tareas domésticas. Antes, en diciembre de 1934, viajó a Zaragoza en unión de otras maestras y maestros de la comarca de Miranda de Ebro con el propósito de observar el funcionamiento de los grupos escolares de la capital maña; entre quienes iban estaban Pilar Arciniega y Alfredo Moneo, con quienes estableció relación.
Se implicó en el pueblo. No pasó desapercibido que su relación con las criaturas fuera de cercanía, de que lo visitaran en horario extraescolar, y de que desterrara regla y castigos. Según era de esperar contó con la presión de una comunidad pequeña, en la que había gente que no compartía sus métodos, sobre todo al principio al ver que suprimía rutinas como la lectura obligatoria. Además, el método estaba en desarrollo y la Cooperativa no disponía todavía de material suficiente para enseñar todas las disciplinas, caso de las matemáticas.
Montó la llamada Academia para jóvenes; a ella podían acudir la juventud por las noches para tratar temas de actualidad, incluidos los de religión, momentos en que expresaba su ateísmo, que era lo que más soliviantaba a determinada gente del pueblo, en especial al cura, a cuyos sermones asistía a veces para rebatirlos después. Para completar la disponibilidad, con el gramófono de la escuela se organizaban bailes los domingos.
La experiencia de la imprenta resultó tan positiva que en el curso 1935-1936 adquirió el modelo maternal (de 5 a 8 años), con tipos de mayor tamaño, lo que les permitió diversificar las publicaciones e iniciar una revista de parvulario, de nombre Recreo −de la que se imprimían 50 ejemplares−. A ello se añadieron cuatro publicaciones especiales en 1936, cuadernos exentos, de los que tiraban 100 ejemplares: El mar (al que el maestro les había prometido llevar ese verano), en enero; El retratista (con una fotografía de grupo en la puerta de la escuela en la cubierta), en abril; Sueños, en abril; y Folclore burgalés (el más extenso), ya en julio.
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